El establecimiento de un vínculo en la Consulta Psicológica
La
existencia y revalorización del vínculo en la consulta psicológica y de las
personas que intervienen en ese vínculo, en el sentido de que tanto el analista
como el analizado se construyen e influyen mutuamente en el análisis, es
sumamente importante y necesario, ya que
este proceso se caracteriza por un dar y recibir, por un transmitir y un
adquirir a partir de la presencia de un otro, enriquecerse y posicionarse en el
lugar del otro (transferencia-contra-transferencia), poder escuchar al otro
desde un lugar que posibilite el desarrollo del analizado en el presente.
El
analista debe poder situarse en el lugar
del otro y poder entender de lleno las circunstancias por las que cada cual
atraviesa. A partir de estas acciones los sujetos podrán desplegar sus
habilidades y potencialidades y apropiarse de experiencias personales,
familiares y sociales, despojadas de las dificultades de experiencias pasadas.
Las prácticas e intervenciones psicológicas deben estar basadas y al servicio
de las necesidades, intereses y dolencias de los pacientes, de manera que los
mismos sean los protagonistas a través del acompañamiento profesional. El
ubicarse en el lugar del otro y ayudarle posibilita a que él paciente se
desarrolle emocionalmente y pueda reelaborar las diversas situaciones y
vivencias en la que se encuentra.
El
vínculo en la consulta psicológica entre analista y analizado es considerado
como un puente y un facilitador que permite adoptar e incorporar nuevas miradas
acerca de la forma de proceder y comprender las circunstancias, siempre
teniendo en cuenta la particularidad de cada sujeto y situándose en el contexto
que a aquél le precede y determina. Experiencia y contexto son los puntos
claves en la consulta psicológica.
El rol del analista entre otros, tiene que ver
con el mostrar que existen nuevos modelos de proceder, actuar y comportarse y
que a partir del tratamiento es posible adoptar el más saludable y el que más
se adapte a la realidad del paciente.
Un
objeto cultural que representa al analista y al analizado es el lenguaje verbal
y no verbal, dado que este posibilita y abre al diálogo, a la reflexión y a la
acción. El lenguaje no es solo descriptivo, el lenguaje tiene poder generativo,
dado que construye y modifica la realidad de los sujetos. Cuando el analista señala,
acompaña, escucha, transmite, posibilita, etc., está generando, desarrollando
y/o modificando una realidad, de manera que los individuos construyen y
elaboran sus realidades con las diversas declaraciones que van realizando día a
día.
Licenciada
en Psicología Ana Laura D´Agostino


Comentarios
Publicar un comentario